sábado

Toca el tambor otra vez, Richard Feynman...

Ya terminé de leer el libro de Carlos Chordá, Ciencia para Nicolás. Necesitaré repasar algunas cosas, porque el libro es como si un profe muy majo te quisiera preparar para un examen y se dedicara pacientemente a darte algunas clases particulares sobre aquello que su experiencia le dice que a todo el mundo le resulta difícil. Y claro, está Nicolás, luego está "todo el mundo" y luego estoy yo, tratando de  domeñar mis asalvajadas sinapsis... Así pues, sin dar esta lectura aún por terminada, la recomiendo vivamente.

Como tiendo al caos en general, me gusta simultanear varios libros. Así que, aunque aún estoy con Einstein's Telescope , empecé otro que promete mucho, titulado Surely You're Joking, Mr Feynman!, (en español ¿Está usted de broma, Sr Feynman?), una serie de anécdotas sobre el físico Richard Feynman recopiladas por su amigo Ralph Leighton. En otro libro que terminé hace poco, Six Easy Pieces, (en español  Seis piezas fáciles). La física explicada por un genio, cuyo autor es el propio físico, está la anécdota sobre la gravedad y el alma que contaba en otra entrada.

Leyendo este libro y escuchando a los divulgadores hablar sobre Feynman, creo haberme hecho una idea bastante aproximada de la personalidad del genio. Me gustó darme cuenta de que, en algunos aspectos, me identifico con él. Sé que suena pretencioso y que se puede malinterpretar. Ya sé que su inteligencia innata para comprender los misterios de la naturaleza no es algo de lo que yo podría presumir. Pero resulta que una de las cosas que Richard Feynman no podía soportar era quedarse con una pregunta sin contestar, con un puzzle sin solucionar, con un acertijo sin resolver. Es ahí donde me veo yo un poco reflejada, porque en mi modestia, me pasa lo mismo.

Es agradable hallar puntos en común con las personas geniales, no es algo que me pase con frecuencia. Por ejemplo: por lo poco que sé de la personalidad de Jocelyn Bell, (escribiré pronto  sobre ella, fue la astrofísica que descubrió el primer púlsar), no creo que fuéramos muy parecidas en lo personal. Sin embargo, con la figura de Richard Feynman, aun siendo consciente de su superioridad intelectual con respecto a mí, siento una proximidad que me invita a saber más, a investigar más y a pelear por hacerme más sabia. Todo por no quedarme con la duda. Se ve que le gustaba aprender un poco de todo, como me pasa a mí, aunque a él parecía cundirle más. Se interesó por la percusión brasileña y parece que aprendió a tocar bastante bien. Otro de sus pasatiempos era averiguar cómo abrir cajas fuertes. En resumen, hay personas que destruyen tópicos, como el del sabio inaccesible en un pedestal y fuera del mundanal ruido.
La forma en la que están contadas las anécdotas en el libro, hace que simpatices inmediatamente con el protagonista. Son historias casi triviales que van retratando la manera que tenía Feynman de relacionarse con el mundo, su visión de las cosas. Y como digo, hacen que me sienta más acompañada en esta aventura que he emprendido a destiempo. No veo claro si algún día conseguiré ser una mujer de ciencias, de lo que sí estoy segura es de que gracias a personas como Richard Feynman la pasión por el conocimiento siempre me hará sentir viva. Y me apasiona compartir lo que voy descubriendo. 
Richard Feynman
Los Soulless Dogs y su canción
 titulada Richard Feynman
(descubierta gracias a
El Radioscopio)




2 comentarios:

  1. Nabucodonosorcito ll7 de abril de 2013, 2:58

    Las aventuras no se emprenden a destiempo, se emprenden justo en el momento en que tienen que emprenderse. El caso es que ahora añado al Sr. Feynman a mi particular lista de personas a descubrir.
    Por cierto, no he podido evitar jugar con el ratón moviéndolo sobre la figura del gato y escuchando de fondo a los Soulless Dogs.....

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  2. Querido Nabuco: Te ha quedado muy bien eso de jugar con el ratón sobre el gato. Un abrazo.

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