martes

El tamaño sí importa

Sí, ha pasado otra vez: un científico ha vuelto a conmoverme.

El sujeto: David Jou, físico, científico y poeta (¿acaso no es poesía toda la ciencia?), que en una de sus conferencias diserta sobre el Cerebro y el Universo. 
El tema tiene gran interés filosófico, como él demuestra, ya que entre lo pequeño y lo inconmensurable se establece un vínculo sorprendente si lo contemplamos desde la perspectiva de la complejidad.
"La inmensidad del cosmos es una condición necesaria para la existencia de la vida."
El doctor Jou nos invita a preguntarnos por las cosas que sabemos acerca del universo en una especie de juego de "¿qué hubiera pasado si...?"
Por ejemplo, si la cantidad de materia y de antimateria hubiera sido exactamente la misma, se habrían anulado y el universo sería todo de radiación electromagnética, metafóricamente de luz. El estudio de la asimetría que condujo a la supervivencia de la materia es uno de los objetos de estudio del CERN

Imagen por cortesía de NASA
Cuando el universo tenía 3 minutos de edad, solo estaba compuesto de hidrógeno y de helio. Así pues ya hemos imaginado al menos dos universos posibles: uno en el que solo existe la luz y otro en el que la toda la tabla periódica consta de 2 elementos. También sabemos que cuando nos referimos a la geometría, lo hacemos de forma local, pues solo en un universo plano, (o en la parte plana de un universo que no lo es), suman 180º los ángulos de cualquier triángulo. Pero el universo bien podría ser esférico, o tener la  forma de una silla de montar, y en cada uno de esos casos los triángulos dejan de obedecer a Euclides. 

Nuestro universo observable tiene 13.700 millones de años, que equivale a decir que tiene 13.700 millones de años luz de radio. La palabra clave en la frase anterior es "observable", porque, ¿cómo es de grande el universo? Bien podría ser infinito, pero la idea realmente asombrosa y conmovedora es que el universo tiene que ser así de grande para que exista en él nuestro cerebro. 

La vida que conocemos, requiere de la existencia de carbono, nitrógeno y oxígeno. Pero sabemos que a los 3 minutos de existencia del universo solo existían el hidrógeno y el helio y sus limitadísimas interacciones, y eso quiere decir que debió pasar mucho tiempo antes de que hubiera más elementos con los que poder empezar a formar ni siquiera algo tan pequeño como una bacteria. Hizo falta que nacieran estrellas, que en su interior se sintetizaran núcleos pesados por fusión nuclear, que esas estrellas explotaran como supernovas y que diseminaran su contenido dando lugar a nuevas estrellas, que hubiera planetas girando a su alrededor, para empezar siquiera a pensar en lo más minúsculo que consideramos vida. Y eso tarda un rato, más o menos 7.000 millones de años. El cerebro, el nuestro o el de un primate, tiene aproximadamente unos 3.500 millones de años. Si hacemos la suma  veremos que un cerebro requiere que el universo sea más grande de 10.500 millones de años luz de radio o dicho de otro modo, que tenga más de 10.500 millones de años de antigüedad. 

El doctor Jou establece interesantes analogías entre universo y cerebro, como por ejemplo que en este último se alcanzan picos de nacimiento de neuronas de hasta 250.000 nuevas neuronas por minuto durante los tan solo 9 meses que dura la gestación, siendo esto comparable en cierto punto al Big Bang. También compara las relaciones entre las distintas galaxias y las que se establecen entre las neuronas. Y concluye que los científicos reciben una cura de humildad si piensan que una neurona puede tener conexiones con otras mil y sus interacciones son muy complejas y variables, mientras que las interacciones entre las galaxias son, a juicio de este poeta, muy sencillas de comprender, ya que "solo" se relacionan mediante la gravitación, poniéndoselo facilísimo a los científicos que estudian el cosmos. Por último, nos invita a reflexionar sobre las posibilidades de expansión de nuestro cerebro, ya que el asunto de la expansión de nuestro universo es pan comido. 
La expansión del cerebro...
(imagen tomada de
 http://www.madrimasd.org)

Me alegro de que se hayan dado las condiciones cósmicas para que exista el cerebro del doctor Jou y el de tantas personas como él, que me ayudan a rentabilizar mi propio cerebro. 

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