miércoles

La cara visible de Maitecicleta

Cuando empecé con esta nueva fascinación por el Universo (o como diría Douglas Adams, por "La Vida, el Universo y Todo lo Demás"), me di cuenta de que se puede afrontar la tarea básicamente con dos actitudes, a saber: o puedes pensar que hasta ahora has estado malgastando el potencial de tu inteligencia, que jamás entenderás nada y desconectar definitivamente tu cerebro como si se tratara de un enfermo terminal, o puedes echarle ilusión y ganas, arremangarte las neuronas y decir "andestán esos endiablados conceptos científicos, que me los meriendo".
Yo estoy en el segundo camino. O eso intento. Porque hay cosas que aparentemente son facilonas para según quién, pero que yo encuentro bastante complicadas de entender.
Esto me pasó cuando me hice la típica pregunta de por qué siempre vemos la misma cara de la Luna. Buscando las respuestas, encuentras quien te lo explica girando sobre sí mismo mientras tú no dejas de mirarle a la cara. Vale, giramos mirándonos a la cara, pero... ¿entonces es que la Luna no gira sobre sí misma? Sí, te dice como echándole paciencia, claro que gira sobre su eje, pero coincide exactamente su movimiento de traslación con el de rotación, o sea, da una vuelta sobre sí misma justo en lo que tarda en dar una vuelta alrededor de la Tierra. Pues entonces no entiendo cómo es que no le vemos la otra cara, cuando se gira ella. Ahí es cuando la bienintencionada persona que empezó a explicártelo se da cuenta de dónde se ha metido.
Genial Quino, como de costumbre
Para llegar a entender cómo la Luna puede girar sobre sí misma y alrededor de la Tierra sin que le veamos nunca el otro lado, tuve que buscar apoyo visual. Aquí está bastante claro cómo es el movimiento, pero me costó un rato largo creerme que es verdad que si la Luna no girase sobre su eje, las cosas serían de otro modo.

Me sentí mejor cuando mi admirado Ángel Rodríguez Lozano dijo en una de sus estupendas entrevistas que es un asunto más peliagudo de lo que parece en principio. El fenómeno se llama rotación capturada y es el resultado de millones de años de interacción gravitatoria entre nuestro planeta y su satélite. Y no es el único caso en el Sistema Solar. El astrónomo David Galadí Enríquez explica maravillosamente en la entrevista todo lo relativo a este tipo de rotación, así que te invito a que lo compruebes aquí, que seguro que te enteras mejor si te lo cuenta él que si te lo cuento yo.
Como tiendo a quedarme deslumbrada con los detalles que quizá son los menos relevantes de las explicaciones, me encantó saber que la Luna ralentiza el giro de la Tierra a razón de algunas centésimas de segundo por siglo. Así pues en algún momento del futuro la Tierra y la Luna se mostrarían la una a la otra siempre la misma la cara y como decían los sabios de la entrevista, se podría incluso construir entre ellas un puente o una escalera que no se rompería por el giro. Lo que pasa es que se calcula que al Sol "solamente" le quedan unos 5.000 millones de años de vida, bastante menos de los necesarios para que se llegara a dar tal sincronía entre la Tierra y la Luna. O sea, que no es que nosotros no estaremos ya para verlo, es que para entonces ya no quedará mucho que sincronizar en el Sistema Solar.
Otro día trataré de escribir acerca de cómo dicen los astrónomos que será el final del Sol. Pero por hoy me quedaré aquí, mirando a la Luna con mi mejor cara de bestia.
Así pensaba yo que era lo de la rotación capturada.
Cuán equivocada estaba, pardiez...

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